El viaje hasta Mendoza fue laaargo. De Cafayate a Tucumán, por unas carreteritas que eran un poema. Luego de Tucumán a Mendoza en un autobús Suité, olé. Pero suite de verdad... el asiento se reclinaba 180º, es decir, que ibas tumbado completamente, con mantita, almohadita, un colchón mullidito... incluso teníamos cortinilla de separación para no vernos la cara por si nos enfadábamos, jeje.
Bueno, pues 10 minutos de viaje y nos viene el mozo a ofrecernos una copa de champán! olé olé. Y luego la cena tipo avión, con vino (no olvidar que nos dirigíamos a la capital argentina del vino!!), y por si fuera poco, al acabar... copazo que nos ofrecieron. Y como dice una buena amiga, no tomarlo es perder dinero (más que nada porque ya lo habíamos pagado al pagar el pasaje), así que bueno, Tía María con hielo, no está mal.
Disfrutamos la película que nos pusieron: The Marine... imaginaos, menos mal que nos la pasamos riéndonos porque vaya peliculón, encima doblado con acento mejicano y con subtítulos en argentino... no coincidían!! Os resumo el argumento: Jonhy Tritony (así decíamos nosotros) es un marine que le echan del ejército porque en Irak se carga a unos malos que estan maltratando a sus compatriotas, entonces como él ha nacido para ser marine, no puede vivir... está deprimidito. Entonces se va de vacaciones con su mujer y mientras está echando gasolina, otros malos malísimos que robaron una joyería y están fugados secuestran su mujer ... pero Jonhy Tritony va a rescatarla y al final, después de aguantar pàlos, explosiones, balas, etc etc. se carga a todos, salva a su mujer y se acaba la peli. Pa matarte.
Bueno llegamos a Mendoza y esa tarde recorrimos las cinco placitas de la ciudad. En la Plaza de la Independencia, la más grandota y céntrica había chiringuitos de artesanía y nos hicimos amigas de los hippies vendedores, así que después del paseo nos fuimos a beber vinito con ellos al parque. Muy majos sí.
Y al día siguiente, circuito por el Parque Nacional del Aconcagua. Pasamos por unas montañotas muy coloreadas, vimos el Puente del Inca, que es un puente natural de color marrón amarillento debido a las aguas termales que tienen un montón de sales minerales, y al final nos dimos un paseíto hasta un mirador para contemplar el Cerro Aconcagua, el más alto de América.
Al día siguiente yo me tenía que cambiar de hostel, pues era Semana Santa y no tenían lugar en el que estábamos. Así que tomamos un taxi y nos llevó a la dirección del hostel donde había reservado pero cuando llegamos allá no había ni hostel ni leches... así que hale, a un ciber centro a buscar alojamiento en plena Semana Santa.
Terminé en un party hostel, otra vez, pero bueno, esta vez me daba más igual :) estaba bastante bien y ofrecían asado por la noche!
Pero la previa al asado fue la visita a 2 bodegas, una industrial y otra artesanal, y a una fábrica de aceite de oliva, todo ello acompañado con las catas de rigor, claro.
De vuelta, acompañé a la Mara a la estación, ya se iba a Buenos Aires... qué rápido pasaron los días... y la cantidad de cosas que hicimos! Y Sarini triste y solita se quedó.
De vuelta al hostel conocí a un wey mejicano que estaba viajando en moto. Llevaba 8 meses de viaje y quería continuar por Europa, hasta llegar a Tailandia o por allá... Muy simpático oír el acento mejicano. Luego me junté con unos canarios también que estaban estudiando en Santiago de Chile y después de reposar el asado me fui a dormir.
Al día siguiente, la cosa fue relajada: mate en el hostel, comidita casera... Me fui a despedir de los hippies y prontito a la cama, pues al día siguiente viajaba a San Agustín de Valle Fértil, en la provincia de San Juan (aún tierra de vinos!!)
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