sábado, 23 de abril de 2011

Los valles calchaquíes

Después del extenuado viaje con el auto no nos quedaban más ganas de manejar por las sinuosas carreteras argentinas... así que contratamos un tour al pueblo de Cachi.
Siete de la mañana y nuestro chófer, Daniel, nos espera en la puerta. Pero lo curioso es que el viaje era en petit comité, sólo la Mara, Sarini y Jeremy, un australiano que poco sabía de español.
Daniel, un personaje muy curioso: unos 50 años, vividor como nadie, con ganas de juerga, sin pelos en la lengua y por supuesto, mujeriego. A todo esto, se le puede añadir que fue conductor de rallies... jeje otra aventura en la carretera.
Pasamos por Cerrillo, un pueblo donde el Carnaval se celebra a lo grande: los hombres se disfrazan de diablo y van a las afueras del pueblo a desenterrar a un diablo... cuando vuelven las mujeres les esperan disfrazadas, y cada hombre elige a una mujer, sin saber si es la suya o la de otro... juntos recorren las calles del pueblo invitando a todo el mundo a unirse a la fiesta y al final, se van juntos a pecar durante nueve días... y tienen que pecar, porque si no el diablo se la cobra... esas historias nos contaba nuestro amigo Daniel. Todo esto con traducción por nuestra parte para el australiano, que abría los ojos mucho pero se reía un montón también.
A todo esto, no os conté cómo son los bidet acá... en España el agua sale por los bordes y hacia abajo; sin embargo acá en la Argentina hay un grifo en el fondo y cuando abres la llave del agua sale un chorrillo hacia arriba, mucho más práctico. Y, ¿por qué os cuento esto? bueno pues porque intentábamos explicarle a Jeremy lo que era un bidet y su función, con un inglés muy correcto y palabras técnicas, hasta que Daniel puso su espectacular aportación: "el bidet sirve para lavarse la cola". Y punto final, mucho más claro y preciso. No sé si el australiano se enteraría de algo, pero bueno, nosotras nos reímos un rato largo.
Empezamos la ascensión por unas carreteras sinuosas, otra vez. Y otra vez, espectaculares vistas del valle, colores rojos entremezclados con verdes, riadas de agua en medio de la carretera que más de una vez se llevaron autos, curvas y más curvas, la presión que tapona los oídos... cambiamos de valle y voilà, la niebla desaparece y el señor Lorenzo brilla en el cielo... llegamos al Parque Nacional de los Cardones.
Los cardones son los típicos cactus que aparecen en los dibujos de Lucky Luck, esos que son bien rectitos con bracios sobresaliendo a los lados. La madera es muy bonita, pues parece que la han tallado y le han dibujado rombitos, pero no, es todo obra de la Pachamama.
Pues bien, en el este parque se pueden ver de todos los tamaños, con bracitos, brazotes, sin ellos, haciendo la V de victoria, con posturas eróticas (por supuesto aportación de Daniel), petisos (=pequeños), grandotes... Un paisaje curioso.
Comimos en un pueblo, que no recuerdo el nombre, un asado de cabrito y cordero... espectacular.  Llegada a Cachi, heladito y vuelta a Salta.
Habíamos pensado ir a Cafayate en el colectivo, pero Daniel nos convenció para que hiciéramos el tour con él... y como nos lo habíamos pasado tan bien, pues al día siguiente de nuevo nos embarcamos con él y con una chica israelita... un mal cambio porque si bien Jeremy era un salao, esta chica era "una insulsa", palabras textuales de Daniel.
Pasamos por Cerrillo otra vez y escuchamos la historia del carnaval, por eso me la sé tan bien, jeje. Tomamos la ruta en dirección Cafayate. Ese día el paisaje fue más espectacular, si cabe. Las montañas habían sido moldeadas durante miles de años al capricho de los elementos: la erosión del agua y del viento, dando lugar a formas espectaculares como la Garganta del Diablo, esta vez sin agua; el anfiteatro, con una acústica casi tan buena como la del Teatro Colón de Buenos Aires; el capricho de viuda (echadle imaginación... y no os costará mucho adivinar lo que se veía), ante el cual mi comentario fue "ah sí, pero se ve mejor de lejos" y la respuesta de Daniel fue "sí, pero de cerca se siente mejor, dicen".
Por el camino nos entraron ganas de "mojar las barbas" entonces necesitábamos encontrar un baño entre la naturaleza... se lo dijimos a Daniel para que parara el auto y nos dijo que si no encontrábamos un sitio apropiado que lo hiciéramos al estilo boliviano: "os tapáis la cabeza que por la cola no os conoce nadie". A todo esto, si aún no sabéis lo que es mojar las barbas, os diré que la versión para los hombres es "cambiarle el agua a la aceituna" que parece que canarios no hay por acá.
Por fin llegamos a Cafayate, tierra de vinos. Visitamos un par de bodegas donde catamos unos caldos ricos ricos. El mejor: un torrontés tardío, esto es un vino blanco echo con uvas que se recogen un poquito más tarde... dulcecito, afrutado... un manjar digo del dios Baco.
Y ya no regresamos a Salta con Daniel y la chica insulsa. Nos quedamos en la tierra de vinos en un hostel bien majo con un patio interior lleno de parras, donde curamos los mates para empezar a usarlos y sustituimos el agua por vino, como líquido esencial para cualquier ser vivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bien se lo están pasando las hermanas Martín, vaya aventuras...
Silvia O.

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