Si bien el Glaciar Perito Moreno me dejó la sangre helada en las venas al contemplar el abrumador escenario de colores azules, cuyo silencio lo quebrantaba de vez en cuando un crujido del hielo que estaba a punto de caer al agua provocando un estruendo que en segundos se extinguía... otra sensación invadió mi cuerpo cuando nos aproximamos a la Garganta del Diablo (lado Argentino).
A lo lejos, desde la pasarela sólo se veía una nube en el cielo, la del agua que se evaporaba cuando caía los no sé cuantísimos metros de esta cascada.
Unos metros más adelante estaba el mirador que permite contemplar la grandeza de esta obra de arte de la Pachamama (la Madre Naturaleza). Mi sangre fluía como lo hace el agua y de la emoción al cumplir otro sueño en este viaje, no pude evitar llorar por la lindísima postal que tenía ante los ojos: un ruido ensordecedor, agua, agua y más agua cayendo y sol, mucho sol.
No sé si Ennio Morricone habría visitado las Cataratas de Iguazú cuando compuso la banda sonora de La Misión, pero la música es muy acorde al paisaje. No me la pude quitar de la cabeza en todo el día!!
Después nos fuimos a recorrer las pasarelas para contemplar otra parte del parque. A la hora de comer, sacamos nuestro tupper y demás delicatessen y nos montamos un picnic. Atraído por el olor del chorizo un coatí glotón nos hizo levantarnos para evitar robos indeseados.
Los coatíes son animalitos muy monos, son como un peluche, muy abrazables, con un morrito que detecta olor a comida a la legua, una cola larga larga... y con unas zarpas que dan miedo. Son unos ladronzuelos trasmisores de la rabia, así que nos tuvimos que terminar el arroz de pie, mientras el animalito acechaba, jeje.
Después de esta intensa experiencia, fuimos a ver la última parte del lado argentino, el salto de San Martín. Tomamos un barquito, nos pusimos como una sopa porque nos metieron debajo de una catarata y ya felices nos volvimos a Puerto Iguazú para descansar en el hostel con piscina (PISCINA, por 13 €/noche per capita!!! chollo del año) para recargar las pilas para el día siguiente.
Lo dicho, as irmãs Martín fomos visitar mais uma vez as Cataratas do Iguaçu pra o Brasil. Desde una perspectiva distinta el lado brasileiro es también bien lindo. Desde allá se aprecia todo lo larguísima que es la falla que forma las cataratas y al final hay una pasarela desde la que se ve la Garganta del Diablo, el río Iguazú y los arcoiris más grandes que jamás había visto en mi vida (más de 180º de arcoiris!!). Otra vez me puse como una sopa, pues el viento arrastraba las gotitas de agua hasta la pasarela.
Y más coatíes glotones rondaban por el parque!!
Nos costó irnos, pero nos teníamos que ir a tomar un colectivo hasta San Ignacio: adiós cataratas, un placer, muito obrigada pela sensação, hasta la próxima!!
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