Tempranito por la mañana llegué a la Córdoba argentina. Allá me quedaba en casa de Zach, un chico de EEUU.
Me tomo un taxi y que me lleva a Alta Córdoba y me deja en la dirección indicada... curioso, esto parece una casa abandonada. Pues no, es una casa okupa!!
Sí, resulta que Zach se vino a Argentina a buscar suerte y olvidarse un poco de los yanquis. Y como el alquiler era caro, pues se metió en el mundo de la okupación. Después de un tiempo viviendo en comunidad, decidió irse a vivir solo y rehabilitó la casa, la acondicionó, hizo la instalación eléctrica y respecto al baño... esto es lo más curioso de la casa: para ducharte tienes que llenar un depósito de agua, lo enchufas unos 15 minutos y ya tienes agüita caliente. El WC... os explico, consiste en un bidón donde haces tus pises y tus cacas y luego echas serrín hasta cubrirlo. Así no hay malos olores. Una vez que el bidón está lleno, Zach hace compost y así tiene abono para su huertecito.
Baño ecológico-okupa, con sus instrucciones para un buen uso
Y por supuesto, para que no haya bichitos indeseados le hace compañía un lindo gatito, muy mimosón. Pues así viví la semana que me quedé en esta ciudad, jeje, toda una experiencia.
Los dos primeros días me dediqué a pasear por la ciudad.
Iglesia neogótica policromada, bastante chula
El primer día comí con Fernando, un couchsurfer con el que me iría a un pueblito de la sierra un par de días. El segundo día quedé con Rodrigo, un chico que lleva bailando tango desde hace 6 años, OEOEOEEE, y sabéis dónde fuimos no? Pues sí, a una milonga!! yupiiii, muy chachi todo! Y el chico bien paciente, porque desde luego aún me queda por aprender! Y para completar la amabilidad, me graba un CD de tango!! Sin palabras.
Pues lo dicho, al tercer día a la sierra que me fui, a un pueblo llamado Cuesta Blanca por la cantidad de mica que hay. Como Fer tenía que trabajar, yo me dediqué a dar paseítos. Primero fui a La Playa de los Hippies, un lugar al lado del río que tiene arena de playa y se está recontrabien.
Vistas desde la Playa de los Hippies
Me eché la siesta allá, leí, saludé al hippie del lugar y me volví. Por la noche preparamos un pisto rico rico.
Al día siguiente, me paseé por el pueblecito, cuesta arriba, cuesta abajo... los colores del otoño adornaban el paisaje y de qué manera!! rojos, amarillos, naranjas, marrones, verdes...
¿Cuántos colores veis?... el otoño serrano
Agradable paseo que me abrió el apetito y como había llevado carne y vinito, para comer, Fer hizo un super asado, Así de rico:
Este es Fer, el cocinero más dicharachero
Rico, rico, riquísimo (Arguiñano)
Haciendo la digestión mientras filosofaba con el Ingenioso Hidalgo
Y de postre, quesillo con dulce de cayote y nueces... un manjar!
Volvimos a Córdoba y me fui al barrio de Gûemes a ver un mercadillo de artesanos. Por la noche, hubo reunión en casa, vinieron los amigos de Zach. Estuvimos un ratín charlando y bebiendo cervecita y luego se fueron a una fiesta... pero yo quería comer locro al día siguiente así que me fui a la cama.
El locro es un guiso típico de los días de fiesta, viene a ser como una fabada asturiana. Como era el día del trabajador, tocaba comer el guiso, y con Fer fui al comedor universitario, que estaba hasta los topes.
Un plato de locro con fruta y pan, $12, rebarato y riquísimo. Además un gran ambiente llenaba el enorme comedor, repleto de jóvenes, no tan jóvenes... pero todo el mundo feliz y contento.
Por la tarde quedé con mi tocaya, la chica de San Sebastián que conocí en Valle Fértil y que resulta que estudia en Córdoba. Así que de charleta y paseo nos pasamos la tarde del domingo.
Al día siguiente, visita al Parque Nacional de La Quebrada del Condorito. El paisaje serrano me recordaba a Duruelo. Las rocas, las vistas... fue una agradable caminata con aire frío del otoño serrano. Llegué al balcón Norte y me comí un sandwichito. Pero no estuve sola ya que un alegre jote se puso a unos metros de mí y todo presumido me mostró sus alas:
Jote, diciéndome: Hooooola
Después, rumbo al balcón Sur... baja al río, sube al balcón, baja al río, sube al caminito. Bastante paliza, pero valió la pena, porque si bien los cóndores no se vieron desde el balcón Norte, después de un ratito contemplando el paisaje:
Vista desde el balcón Sur
... los grandiosos reyes del cielo, dos cóndores, hicieron su aparición estelar, con toda la maestría al tomar las corrientes de aire, las alas bien abiertas y las patitas colgando. Más espectáculos para recordar.
Como iba a ser mi última noche como okupa y aprovechando que llegó otro couch yanki a la casa, cocinamos un risotto mu rico y estuvimos charlando un rato largo, en spanglish. A todo esto, yo sin enterarme de que le habían volado la cabeza a Bin Laden...
Al día siguiente... relajado. Me despedí de Fer y de Rodrigo y tomé el colectivo dirección a La Plata, donde la familia argentina me esperaba.